Inicialmente se llamó química orgánica, a aquella química que se dedica al estudio de las sustancias que se encuentran en los organismos vivos, a diferencia de la Inorgánica que se ocupa de la materia mineral. A partir de 1828, cuando el químico alemán Wöhles consiguió obtener en el laboratorio una sustancia orgánica, la urea, se incluyó en esta parte de la química no sólo las sustancias que forman parte de los organismos, sino otras muchas de composición semejante, que se han obtenido artificialmente.

    Las sustancias orgánicas, tanto naturales como sintéticas presentan como característica común, el poseer una estructura compleja cuyo esqueleto está formado por átomos de carbono acompañados de otros átomos como hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, azufre, fósforo, halógenos y algunos metales .

    La compleja estructura de la mayoría de las moléculas orgánicas y el gran número de compuestos existentes, tiene su fundamento en la gran facilidad con que el átomo de carbono se combina con otros átomos de carbono, formando cadenas de formas y longitudes diferentes, por medio de enlaces de gran estabilidad. Cabe destacar que el átomo de carbono puede formar un máximo de cuatro enlaces o uniones con otros átomos.

       Las uniones entre los átomos de carbono pueden darse por enlace simple, doble o triple; en cadena abierta o cerrada, formando ciclos o anillos.

       Entre los distintos tipos de fórmulas, los compuestos orgánicos pueden representarse por medio de fórmulas desarrolladas, semi-desarrolladas y empíricas o condensadas.

     La fórmula desarrollada muestra todas las uniones entre los átomos de la molécula, por ejemplo, para el compuesto propano:

    La fórmula semi-desarrollada muestra los enlaces existentes entre los átomos de carbono y agrupa los demás átomos, por ejemplo para el compuesto propano:  

    La fórmula condensada agrupa todos los átomos de la molécula indicando el número de átomos de cada elemento, por ejemplo el compuesto propano:

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